En mi última colaboración
toqué, someramente, el tema del chayote, así se designa en el ambiente
periodístico a la dádiva, mayormente económica, que recibe un reportero o un
columnista por expresarse bien, de manera escrita, hablada o audiovisual, de un
político, de una dependencia gubernamental y hasta de una empresa.
En una ocasión leí que allá
por los años 50 o 60, el Gobernador de Tlaxcala (pudo haber sido Felipe
Mazarraza -1951-1957-; Joaquín Cisneros -1957-1963- o Anselmo Cervantes
-1963-1969-) invitó a un grupo de reporteros de la ciudad de México a su
entidad para que comprobaran el sistema de riego con el que su gobierno había
dotado a los agricultores locales para beneficio de sus cosechas. Los chicos de
la prensa viajaban todos en el mismo autobús. Transitaban por la parte seca de
la región, no veían ningún verdor ni sistema de riego alguno. El Jefe de Prensa
del Mandatario recorrió el pasillo del vehículo repartiendo sobres entre los
pasajeros.
Enseguida, los viajeros se
percataron del contenido de los sobres: dinero en efectivo. Ya vieron exclamó
el más cínico o ingenioso de los periodistas- ¡qué verdes están los chayotes de
aquel sembradío! . Sí, afirmaron todos mientras contaban la cantidad de dinero
contenida en los sobres.
Don Julio Scherer García le
pidió a Elías Chávez, reportero que fue de la revista Proceso, pormenores y su
opinión sobre esta práctica para incluirla en su libro Los presidentes. Chávez
escribió: El chayote florece a su máximo esplendor desde que Gustavo Díaz Ordaz
institucionalizó su irrigación. Mientras el entonces Presidente de la República
pronunciaba un día de 1966 el discurso inaugural de un sistema de riego en el
estado de Tlaxcala, entre los reporteros corría la voz: ¿Ves
aquel chayote? Están echándole
agua. Ve allá. Allá,
semioculto por la trepadora herbácea, un
funcionario de la Presidencia entregaba el chayote, nombre con el que desde
entonces se conoce el embute en las oficinas de prensa. Tan popular se volvió que su entrega dejó de ser oculta .
Al respecto, supe que en
cierta ocasión la mayoría de los reporteros enviados a cubrir un evento estaba
al pendiente del momento en que se escenificaría la operación chayote , y
preguntaban, maliciosos, ¿qué razón me dan de Chayo? ; ¿no ha llegado Chayito?
. Cuando la cantidad de dinero del chayote rebasó las expectativas, exclamaron:
Hoy vino doña Rosario .
Esta mañana, antes de ponerle
manos a la obra a esta columna, me comuniqué con el escritor, investigador y
periodista Humberto Musacchio, autor, entre otras obras, de la Historia del
periodismo cultural de México para ver si él sabía otra teoría sobre la
inclusión de la palabra chayote en la jerigonza periodística. Me contestó que
tal palabreja usada como sinónimo de soborno para que escribas, digas o
muestres algo conveniente para el que te lo proporcionó no se usaba cuando él
empezó en el periodismo. A la acción de pagar para que no me pegues sino para
que me alabes se le llamaba, sin eufemismos, embute, del verbo embutir: meter
algo dentro de otra cosa y apretarlo; sinónimo de imbuir: persuadir o infundir:
causar en el ánimo un impulso afectivo. El vocablo chayote usado en el contexto
del cohecho me dice Musacchio- comenzó a escucharlo que no a aceptarlo- al
comenzar los 70.
Desconoce el origen narrado
por Elías Chávez parecido al que yo me sabía. Él elabora, sobre la marcha, una
teoría propia: se le dice chayote porque es espinoso pero alimenta.
Para terminar, me dice que
esta práctica corrupta está en vía de extinción porque los nuevos periodistas
son egresados de universidades y tienen una ética definida. Además, reconoce,
los medios están pagando mejor. Sin embargo, todavía hay uno que otro chayotero
que no vive nada mal.
El reportero de México
Carlos Denegri, considerado el
mejor reportero del país y de América Latina, y en opinión de Julio Scherer,
también el más vil , periodista leyenda; inmoral y excéntrico, desde 1938 y
hasta el último día de 1969, cuando fue asesinado por su esposa, escribió en el
periódico Excélsior. Considerado el creador de la columna política y el padre
del chayote desde que se llamaba embute-, influyente y polémico, odiado y
temido por políticos y empresarios, su columna, Miscelánea política , era la
más leída en los círculos del poder.
En 1963, trabajaba yo en
Camacho y Orvañanos Publicidad, durante unos meses estuve en el área de
trámites de pago. Manejábamos la cuenta de la Cervecería Modelo y mes a mes
llegaba una factura de Publicidad Denegri por 3,000 pesos -150 salarios mínimos-
y anexo a la misma, un recorte del periódico, subrayados con rojo los elogios
que había hecho de don Juan Sánchez Navarro, importante directivo de la empresa
cervecera. Hubo un mes en que llegó la factura de Publicidad Denegri por el
doble de la cantidad acostumbrada y sin el anexo del texto periodístico. Al
inquirir yo lo que consideraba una anomalía me dijo el jefe del área: El señor
Denegri cobra más por quedarse callado que por publicar .
Texto publicado el 07 de octubre de 2013.
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