En un clima de libertad, en paz y aclamado por los
asistentes a la conmemoración de la primera transformación de México, al grito
de “si se pudo”, “tenemos presidente” y “no estás solo” dirigidos por la
concurrencia que no tuvo que pasar filtros de revisión propios del miedo que
los gobiernos neoliberales sentían y sienten aún en los estados y municipios, y
que acostumbraban a instalar en el Zócalo de la Ciudad de México, al presidente
de México.
Fue una celebración sobria y austera comparada con las de
los tres últimos sexenios, con las amigas perfumadas de Martita, los amigos
pudientes de Borolas y los favorecidos por el copetón de Atlacomulco, que
llenaban el salón principal de Palacio Nacional para criticarse la vestimenta
que llevaban y los gestos adustos o galanes de la concurrencia aristocrática,
mientras afuera se llenaba de menesterosos obligados a aplaudir al presidente
en turno.
Pero también era común en el sexenio anterior del peor
presidente de la historia, que jóvenes rebeldes llenaran el balcón presidencial
con sus apuntadores lumínicos en señal de protesta al gobierno, que a través de
gobernadores mexiquenses llenaban la plaza de acarreados de los municipios
vecinos, le iluminaban el rostro mientras eran perseguidos por elementos del
nefasto Estado Mayor Presidencial, ahora desaparecido.
Pero el miedo de los gobernantes era tal que para ingresar a
la plancha de la Constitución era necesario pasar detectores de metales y
revisión de todo tipo que alcanzaba hasta las carriolas de los bebés que eran
cateadas por la seguridad. Aun así, no faltan estúpidos que en las redes
afirman ahora que dicha revisión era para que la gente no tuviera riesgos, si
eso fuera, tendrían que mantener por siempre los arcos detectores en los
espacios públicos y el transporte masivo donde generalmente nos encontramos y
somos víctimas de la delincuencia, y no en un evento público.
El miedo al pueblo es cosa del pasado para el nuevo
gobierno, no así para los gobernadores y alcaldes neoliberales que hay en el
país y que siguieron los usos y costumbres para resguardarse de sus gobernados
insatisfechos por sus políticas y gobierno.
Desde una de sus mañaneras, el presidente convocó a los
mexicanos a realizar un festejo en paz y acudir a celebrarlo sin armas, drogas,
bebidas u objetos contundentes que pudieran ser utilizados contra los asistentes
y el pueblo “bueno” le cumplió, el reporte fue sin novedad en el Zócalo de la
CDMX donde pudimos ingresar sin revisión alguna más que la vista de la policía
presente.
Si, esa policía que durante 9 meses y medio ha estado
inactiva porque ya no contiene manifestantes, ni vándalos o anarquistas, que
ahora resguardó el grito, en tanto que militares vestidos de civiles con su pin
dorado con 3 banderas dibujadas, colocado a la altura de su corazón, recorrían
con discreción y sin abusos el sitio para estar a la expectativa.
Nadie llenó de luces la cara del presidente ahora, ni
llegaron en grupos traídos por la fuerza como en los últimos 3 sexenios, ni de
Guanajuato, Estado de México o Michoacán, todos llegaron por su propia voluntad
para festejar con libertad por primera vez en la historia, el inicio de la
Independencia de México.
La peje manía estuvo presente con llaveros, peluches,
imágenes y playeras que sin problema alguno los vendedores pudieron ofrecer a
los presentes, así como los globos lápices que surcaban los aires del Zócalo
tirado por los pequeños, en tanto que, con grandes sombreros, vestidos de
mariachis, de mexicanos del siglo XIX, del padre de la Patria o Morelos, de
AMLO con su banda presidencial, así festejaban todos, hasta un Trump envuelto
en la bandera nacional pudimos observar.
SI SE PUDO
La mexicanidad estuvo presente también en la música y
estampas regionales que cada uno de los estados presentó en la plancha de la
Constitución que unió a la concurrencia, sabedores de sus orígenes que expresaban
bailando las canciones de su tierra que reconocían, como los tamborileros de
Mazateupan, de Tabasco que escuchamos con atención.
Lo mismo el Sinaloense, que el Dios nunca muere y otras
bellas canciones que identifican cada una de las entidades y regiones del país,
bailadas por grupos de cada estado, después vendrían los mariachis y las bellas
intérpretes que darían calor mexicano. Eugenia León que en una parodia de la
Paloma criticó a los neoliberales y sus políticas de saqueo y miseria que
realizaron.
Los adultos mayores con sillas plegables que antes les
decomisaban los gobiernos neoliberales, ingresaron sin problemas a la
celebración, el flujo de la gente fue regulado por los propios participantes,
para entrar o salir de cada una de las zonas, en tanto que la policía local
realizaba rondines para atender imprevistos.
Aunque en términos de seguridad y empleo los resultados no
están a la vista y no son tangibles por las familias, esta celebración mostró
que, en lo político, la población está contenta de tener un presidente que
cumplió con hacer de este festejo propio de la gente, no de la clase pudiente
que faraónicamente se presentaba en Palacio Nacional para mirar desde los
balcones a la plebe cercada en el Zócalo y degustar platillos a costa del erario
nacional.
La valla de seguridad frente al balcón presidencial estuvo
más cerca, del otro lado de la acera, no en el fin del cuadro recién remozado
del Zócalo como antaño, desde ahí los mexicanos vitorearon al tabasqueño con el
grito de “si se pudo”, “tenemos presidente” al que añadieron su apoyo de “no
estás solo” y corearon: “presidente, presidente, presidente”.
Fueron varios minutos que el tabasqueño acompañado de su
esposa permaneció agradeciendo las muestras de apoyo de la concurrencia en el
balcón al que llegó solo acompañado de su esposa, siguiendo a la escolta que le
entregó la bandera nacional que ondeó al tiempo que tañía la campana de la
Independencia.
Un éxito también la transmisión del grito y del desfile
militar realizado por los medios públicos que, al inicio de este gobierno,
comentábamos, deben ser los difusores de las actividades de las instituciones
del Estado, al servicio de este de manera profesional, no facciosa, sin
necesidad de los medios privados que, con conductores, programación facciosa y
desnacionalizante, trasmiten su basura todos los días.
Grito y desfile mostraron la popularidad del presidente,
pero son sus primeros meses, depende de los resultados que entregue en los
siguientes años para que esta aceptación no se desinfle como ha ocurrido en las
últimas décadas con muchos gobernantes. Veremos
PENDIENTES
Muchos son los pendientes que la población espera sean
resueltos por los tres poderes de la Unión y los tres niveles de gobierno en
los próximos días, antes de los festejos de la Revolución que en su momento
enarboló las demandas de la población, muchas de ellas aún incumplidas, y que
esperan que en este momento de la historia del país sean tangibles para todos
los mexicanos.
Leyes secundarias de Educación para hacer realidad los
cambios en el sector sin menoscabo de los derechos laborales de los docentes,
la revocación de mandato que aún no se aprueba en El Senado, la ley de
austeridad y demás legislación.
Así que después de estos festejos, es tiempo que cada uno en
su trinchera continúe con sus acciones de cambio y transformación de México
como realmente lo queremos: en paz, solidario, economía pujante, derechos
vigentes, bienestar y salud. Falta mucho aún, pero depende de todos nosotros
poner nuestro granito de arena.
Comentarios a uliseshj@hotmail.com
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