Por Alejandro Sanchez.
Héctor Bautista se dedicó a administrar las bases de sus sucesores; descuidó la propia
En una reunión del PRD en la Cámara de Diputados el 13 de febrero, la legisladora Mónica Bautista sorprendió a sus compañeros al hacer una petición, que sin saberlo en ese momento, llevaría al partido a la peor de todas sus crisis y pondría en agonía a la corriente política ADN, hasta entonces la primera fuerza del sol azteca, a la que ella pertenece.
Sin decir agua va, cuentan testigos, Bautista rompió el silencio al pedirle a Ricardo Gallardo la renuncia como coordinador de la bancada porque sentía, según dijo, que él no estaba haciendo una representación digna. Las miradas de los diputados del grupo se encontraron como señal de asombro porque todos entendían que la demanda de su compañera era un mensaje venido desde mero “arriba”. Sucede que Mónica Bautista es cuñada de Héctor Bautista, líder nacional de ADN. En su actividad política, lo saben todos los integrantes de la bancadas, Mónica no pondría un tema de ese calado sin la instrucción del hermano de su esposo.
Hacía unos meses que Los Chuchos, amos del PRD en la última década, habían caído derrotados a los pies de Héctor, el ingeniero agrónomo del que he contado que un día, en los 80, lo pusieron a repartir despensas, que le redituó un liderazgo en Neza, uno de los municipios más poblados del país, hasta expandir su dominio en varios estados, lo cual le permitió ser un negociador clave de los asuntos políticos con Calderón y Peña Nieto.
Por eso el mensaje de Mónica, amante de las chamarras Moncler de 33 mil pesos, cayó como bomba. La diputada Frida Esparza Márquez apoyó la petición para que Gallardo dejara la coordinación. Frida tampoco está a salvo de las cuotas, red de intereses clientelares y familiares de ADN. Es sobrina de Camerino Márquez, uno de los hombres clave de Héctor Bautista, porque mediante él maneja todas las operaciones legales dentro y fuera del partido.
Gallardo no quiso dejar la coordinación en esa ocasión y por consiguiente en un grupo de WhatsApp, ambas volvieron a pedirle que dejara la coordinación. La discusión subió de tono. “Sin San Luis Potosí” –de donde es Gallardo– “y sus 400 mil votos ustedes no hubieran sido diputadas”, cuentan que eso escribió el propio legislador. “Yo no entré por tus votos, entré por otra circunscripción”, contestó Mónica.
Lo que no le perdona Héctor Bautista a Gallardo, un joven rico que comparte el poder de su padre a partir de que éste gobernó la capital potosina, es que en las negociaciones con Mario Delgado, el coordinador de Morena en Cámara, se siente fuera de la jugada.
Lo demás ya se sabe. Una semana después Gallardo renunció al partido, pero no lo hizo solo: se fue con otros ocho legisladores que también son líderes de bases sociales en Ciudad de México, Michoacán y otros estados. Eso es lo que tiene en la lona a Héctor, quien se dedicó a administrar las bases de sus sucesores y descuidó la propia en el Estado de México.
Héctor Bautista se dedicó a administrar las bases de sus sucesores; descuidó la propia
En una reunión del PRD en la Cámara de Diputados el 13 de febrero, la legisladora Mónica Bautista sorprendió a sus compañeros al hacer una petición, que sin saberlo en ese momento, llevaría al partido a la peor de todas sus crisis y pondría en agonía a la corriente política ADN, hasta entonces la primera fuerza del sol azteca, a la que ella pertenece.
Sin decir agua va, cuentan testigos, Bautista rompió el silencio al pedirle a Ricardo Gallardo la renuncia como coordinador de la bancada porque sentía, según dijo, que él no estaba haciendo una representación digna. Las miradas de los diputados del grupo se encontraron como señal de asombro porque todos entendían que la demanda de su compañera era un mensaje venido desde mero “arriba”. Sucede que Mónica Bautista es cuñada de Héctor Bautista, líder nacional de ADN. En su actividad política, lo saben todos los integrantes de la bancadas, Mónica no pondría un tema de ese calado sin la instrucción del hermano de su esposo.
Hacía unos meses que Los Chuchos, amos del PRD en la última década, habían caído derrotados a los pies de Héctor, el ingeniero agrónomo del que he contado que un día, en los 80, lo pusieron a repartir despensas, que le redituó un liderazgo en Neza, uno de los municipios más poblados del país, hasta expandir su dominio en varios estados, lo cual le permitió ser un negociador clave de los asuntos políticos con Calderón y Peña Nieto.
Por eso el mensaje de Mónica, amante de las chamarras Moncler de 33 mil pesos, cayó como bomba. La diputada Frida Esparza Márquez apoyó la petición para que Gallardo dejara la coordinación. Frida tampoco está a salvo de las cuotas, red de intereses clientelares y familiares de ADN. Es sobrina de Camerino Márquez, uno de los hombres clave de Héctor Bautista, porque mediante él maneja todas las operaciones legales dentro y fuera del partido.
Gallardo no quiso dejar la coordinación en esa ocasión y por consiguiente en un grupo de WhatsApp, ambas volvieron a pedirle que dejara la coordinación. La discusión subió de tono. “Sin San Luis Potosí” –de donde es Gallardo– “y sus 400 mil votos ustedes no hubieran sido diputadas”, cuentan que eso escribió el propio legislador. “Yo no entré por tus votos, entré por otra circunscripción”, contestó Mónica.
Lo que no le perdona Héctor Bautista a Gallardo, un joven rico que comparte el poder de su padre a partir de que éste gobernó la capital potosina, es que en las negociaciones con Mario Delgado, el coordinador de Morena en Cámara, se siente fuera de la jugada.
Lo demás ya se sabe. Una semana después Gallardo renunció al partido, pero no lo hizo solo: se fue con otros ocho legisladores que también son líderes de bases sociales en Ciudad de México, Michoacán y otros estados. Eso es lo que tiene en la lona a Héctor, quien se dedicó a administrar las bases de sus sucesores y descuidó la propia en el Estado de México.
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