Resulta ahora que los gobernadores
saben que vivimos en una federación de estados “soberanos” y “libres” a la hora
de tomar decisiones, ya que cada entidad se rasca con sus propias uñas y
realiza sus funciones del pacto federal a tal grado que, con su propia policía
eficaz y eficiente, garantiza la vida y la seguridad del patrimonio de sus
habitantes, de manera que no necesita de las fuerzas armadas ni de ninguna otra
corporación para hacerlo.
Por ello es por lo que, en los
tres sexenios de este siglo, los virreyes al cumplir con sus responsabilidades,
cuenta ahora con cuerpos policíacos estatales y municipales ajenos a la
delincuencia, combate al crimen organizado y los diferentes gobiernos en los
estados en lo que va del siglo, a algunos que son legisladores en el Congreso
nos lo pueden confirmar, han hecho de sus cuerpos policíacos un ejemplo de
fuerzas civiles a los que confiamos nuestra seguridad por su destacado
desempeño.
Ha sido tal la labor de los
gobernadores y el presidente que esta semana deja Los Pinos, que podemos salir
a las calles de nuestras ciudades, pueblos y comunidades, con tal tranquilidad
que podemos dejar abierto nuestro vehículo estacionado y nadie se los roba;
podemos ir al banco a retirar dinero y nadie nos roba y asesina; no hay
ejecuciones, feminicidios, extorsión, violaciones, secuestros y demás que tanto
salía en los medios de comunicación.
Son tales los resultados de
nuestros estados libres y soberanos que, al rendirse informes sobre el pacto
federal, podemos transitar por todo el país, sin que existan grupos criminales
ligados a los cuerpos policíacos; nuestros hijos pueden andar por las calles
sin que desaparezcan o sea necesaria la alerta Amber que en el pasado se
utilizaba; tenemos tan buenos gobernadores que podemos brindar con ellos este
fin de año y aplaudirles por su trabajo.
Antes aquí comentaba que el
federalismo en México no existía, porque los gobernadores se subordinaban al
presidente en turno; mendigaban por sus recursos en la Secretaría de Hacienda,
donde no les daban un trato de un poder soberano de la federación, sino de
simples pedinches ante el ministro de finanzas, que siendo designado y solo un
chalán del presidente en turno, parecía tener más poder que ellos que, para
bien o para mal, fueron electos.
Por eso afirmaba que vivíamos
un centralismo federado, pero la rebelión de un número de ellos y de otro que
está por sumarse al club de virreyes, es admirable porque me hacen saber que
esto ya se superó; que tenemos entidades libres y soberanas, algo así como el
estado de California, que alguna vez fue de México, y que se pone al tú por tú
con Donald Trump.
Todos sabemos que los
delegados federales han existido y podría nombrar a muchos políticos conocidos
de los gobiernos de este siglo que, sin llenar el perfil técnico, solo el
político, fueron nombrados en las diversas entidades no precisamente para darle
vigencia al pacto federal, sino para hacer negocios y utilizar los programas
para ganar adeptos para sus partidos. Esto es lo real.
Ahora debemos pugnar que el
pacto federal exista, que los gobernadores no sean títeres del gobierno
federal, ni lame botas del presidente en turno como han sido hasta ahora, sino
que atiendan las necesidades del país no sus intereses personales y de partido,
que busquen en verdad cumplir con su responsabilidad para potenciar el
desarrollo de cada entidad de manera conjunta.
Antes de presumir de
demócratas federalistas, los gobernadores no deben olvidar la máxima de que “La
Patria es Primero”.
NUEVO GOBIERNO
El fin de semana tendremos
nuevo presidente en México y las expectativas de disminuir la violencia y la
inseguridad en el país, son solo eso, una expectativa que todos tenemos para
que nos devuelvan la tranquilidad y la paz a los mexicanos en todos los
rincones del país donde se enseñorean los grupos criminales protegidos por los
gobiernos locales o bien, rehenes de ellos.
El crecimiento económico y la
falta de empleo, es otra de las variables que en este siglo no ha logrado
números positivos, con lo que la migración interna y hacía el exterior es cosa
de todos los días, aunque ahora la caravana migrante centroamericana nos haga
olvidar que, como ellos, estamos muchos mexicanos moviéndonos por el país, no
por las políticas de “mover a México” de Peña.
En el Palacio Legislativo de
San Lázaro, se aprestan a recibir a los jefes de Estado invitados, a cientos de
comunicadores del mundo y nacionales que cubrirán el cambio de gobierno, al
grado que dos días antes de terminar el mes, el inmueble será sellado por
razones de seguridad de manera que solo habrá actividades normales hasta el
miércoles. ¿Quién estará a cargo?
No sabemos si el anfitrión del
evento, el Congreso de la Unión, es la que dirigirá la ceremonia de toma de
protesta, haciéndose cargo de la seguridad de todos, de la emisión mediática de
la sesión misma que comenzará temprano, o será como antes, el invitado el que
dicta órdenes al anfitrión sobre qué hacer o no hacer, el que dice quién entra
y quién no, o que sale al aire en cadena nacional.
Así como debemos dar paso a un
federalismo verdadero, es tiempo también que exista una verdadera división de
poderes, donde cada uno cumpla con sus deberes y tenga sus derechos plenos, y
no estar sometidos por uno de ellos.
Lo cierto es que el nuevo
gobierno llega sin una política de comunicación de Estado definida por una ley
al respecto, ya que solo existe para ello la Ley Chayote que si no es abrogada
entrará en vigor en enero, para que las acciones de los tres poderes y de los
tres niveles de gobierno se difunda de una manera clara, sin utilizar la
propaganda gubernamental para ensalzar la imagen de ningún gobernante o
legislador en turno como marca la Constitución.
Todo queda al arbitrio del ejecutivo o su vocero las acciones que
emprenderán; y hasta ahora por lo general los gobernantes son malos
comunicadores, no se dejan ayudar por profesionales, dictan sus designios de
manera arbitraria en los tres niveles de gobierno y los tres poderes, cuando es
fundamental para el desarrollo democrático de un país una buena política de
comunicación.
ESPERAN LÍNEA
Si los poderes y los tres
niveles de gobierno fueran autónomos, no comentaría que, en el Congreso de la
Unión, congresos locales, ejecutivos estatales y municipales, están esperando
línea del poder supremo presidencial para definir sus acciones en diversos
ramos de la administración o legislación respectiva.
A nivel legislativo hay
comisiones que no han sesionado sobre temas fundamentales como el desarrollo
económico, programas prioritarios, comunicación y demás, al igual que
ejecutivos que están en espera de que a nivel federal se les de línea sobre las
acciones a desarrollar en los próximos meses y con ellos hacer los planes
legislativos y ejecutivos a seguir.
Ciertamente el Plan Nacional
de Desarrollo marca el camino de una Nación, pero cada entidad y región tiene
sus particularidades que, si no son tomadas en cuenta en ese plan, sus
ejecutivos y legislaturas deben de proponer su propio camino a seguir, como se
hace en las naciones del primer mundo, aunque seamos del tercero.
La democracia participativa
demanda de la sociedad su interés permanente por la cosa pública, pero con
argumentos bien fundados no con las prédicas insanas de aquellos que se niegan
a perder sus privilegios y que utilizan las redes sociales para difundir toda
clase de libelos y noticias falsas.
Es tiempo que ya no nos
dejemos engañar por nadie, que aprendamos a discernir y tomar decisiones por
México.
Comentarios a uliseshj@hotmail.com
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