Sin duda que, para lograr la
4ª transformación del país, se requieren además de herramientas jurídicas para
iniciar los cambios, sobre todo de políticas públicas que en los hechos
demuestren que no es un dicho de campaña al que pronto olvidaremos como las del
fatídico sexenio de “te lo firmó y te lo cumplo” que su propio creador olvidó.
Los Poderes de la Unión si en
verdad quieren aportar su granito de arena a la lucha contra la corrupción y la
impunidad, prioridades del próximo gobierno, al igual que los tres niveles de
gobierno, deben comenzar con una auténtica política de comunicación social que
garantice el Derecho a la Información de todos los ciudadanos y estos estén al
tanto de la legislación que a beneficio de la sociedad realizan los congresos,
de las acciones de gobierno que emprenderán los nuevos gobernantes y de la
justicia para todos.
México ha carecido de una
política de comunicación social de Estado, salvo honrosas épocas y excepciones,
como la de la LVII Cámara de Diputados que contó con un reglamento para la
difusión de las actividades legislativa que permitía trasmitir a la sociedad,
sin matices ni colores, información de lo que sucedía en el Congreso, tal como
ocurría, sin manejo faccioso de los hechos, para que todos formaran su opinión
sobre los debates.
Antes y después de esta
legislatura, la discrecionalidad en el otorgamiento de las pautas publicitarias
ha sido una constante que ha permitido a los dueños de los grandes medios
amasar fortuna a costa de sus propios reporteros con bajos salarios.
En la LVII Legislatura, que en
ese momento no contaba con tiempo de Estado para publicitar su imagen ni redes,
buscó en los medios electrónicos regionales más baratos que de los de la
capital, como en los medios impresos de la Ciudad de México y el país, a
precios comerciales, dejar huella de su trabajo por la Nación.
Lo importante eran los
trabajos legislativos a favor de México, no quienes lo hacían; todas las
posiciones que se debatían eran informadas, no solo las de la bancada que
presidía la Mesa Directiva y olvidadas o relegadas las otras; era una
comunicación horizontal con trato de pares para todos los legisladores sin
menoscabo alguno con pleno respeto a su libertad de expresión.
Incluso, en una reunión con
vocero de los Congresos locales del país a fines del 2000, para intercambiar
experiencia del trabajo de comunicación social del Constituyente Permanente, se
pudo constatar de voz de quienes eran los responsables de este que no tenían
libertad para ejercer una política de comunicación plural, abierta, incluyente,
democrática, como la Nación lo demandaba ya.
“Tenemos que hacer lo que el
líder cameral nos diga y lo que el gobernador le ordene al mismo. Parar notas
críticas que se den por alguna mala acción de los diputados, hablando con los
directores de los medios. Cubrir alguna irregularidad con notas inventadas,
cuidar al costo que sea la imagen del Congreso”.
Esta y otras expresiones
definen la “política de comunicación social” del país, nada con garantizar el
derecho a la información y la libertad de expresión de los mexicanos, sino
ocultar con opacidad los verdaderos hechos de la política mexicana.
En 1997 comenzaron los cambios
en el país con la llegada de congresos de tercios que comenzaron con la reforma
integral de la Ley Orgánica del Congreso de la Unión, solo que esto no se
homologó en los congresos locales, para iniciar con algunas modificaciones en
la estructura de este poder, aunque en lo que va del siglo XXI, muchas de ellas
se truncaron.
SIN COMUNICACIÓN
En el ejecutivo las cosas no
han sido mejores porque con la llegada del gobierno de la “transición” en el 2000,
todo quedó en dicho de un bocón con botas que nada hizo para cambiar el sistema
al que no tocó ni con el pétalo de una rosa, al grado que la política económica
la siguió manejando un miembro del partido del que había prometido sacaría de
Los Pinos. Convivió con ellos y estos siguieron dirigiendo al país.
Lejos de terminar con las
tepocatas y víboras prietas, siguió apapachando a los poderes fácticos y hasta
redujo el impuesto que en especie pagan los medios electrónicos al Estado por
el uso del espacio radioeléctrico propiedad de la Nación, combatió a los medios
y periodistas que no le aplaudían y promovió el nepotismo y la corrupción en
las instituciones.
¿Qué política de comunicación
implementó? La que no pusiera en apuro los negocios de Martita y su marido, que
permitiera lucirse con el de las botas y su partido, donde los mexicanos
estamos obligados a aplaudirles por cumplir su responsabilidad como
gobernantes, la misma del sistema en 7 décadas.
Llegó el michoacano y nada
cambió, todo siguió igual en cuanto a políticas económicas y en materia de
comunicación simplemente se mimetizó lo ya conocido y propagado por el sistema
político mexicano: crea tu imagen y paga para que se difunda, tal como la
quieres, en los medios que se presten para ello, sin importar el derecho a la
información y la libertad de expresión de todos.
Mi compadre el de Atlacomulco
no fue la excepción, ha gastado más de 50 mil millones de pesos de los
mexicanos para promocionar su imagen no obstante que el párrafo octavo del 134
constitucional lo prohíbe expresamente, pero acostumbrado desde el Estado de
México a hacer lo que quiere sin importar la ley, hizo de su gobierno el
ejemplo vivo de la corrupción y la impunidad que ni Santa Anna en su momento lo
hubiera superado.
Es claro entonces que el
próximo gobierno que habla de una 4ª transformación del país, que en las
últimas décadas se ha venido dando a cuentagotas por la oposición en la
práctica de que esto suceda o por la omisión de los actores que cuando llegan
se olvidan de ello, tiene que garantizar el derecho a la información y la
libertad de expresión con una verdadera política de Comunicación Social de
Estado.
MEDIOS PÚBLICOS
Los medios públicos del Estado
subutilizados, deben ser el canal de difusión de los logros legislativos,
ejecutivos y judiciales que día a día se realicen a favor de la sociedad en su
conjunto, la herramienta para promocionar la unidad y los valores nacionales,
la convivencia social, el desarrollo económico y político del país, la justicia
y la paz que los mexicanos demandan.
La Agencia de Noticias del
Estado Mexicano (Notimex) debe funcionar como tal y no como boletín oficial del
gobierno sujeta a la llamada de la Secretaría de Gobernación que desaprueba la
difusión de información que no les gusta, cuando debe ser el puntal de la
imagen de México en el mundo, la referencia obligada en el país de las noticias
del día, de los sucesos regionales pluriculturales de nuestra Nación de manera
plural e incluyente.
El Sistema Público de
Radiodifusión del Estado Mexicano con más de 50 sistemas de radio y televisión
de servicio público y permisionado a gobiernos estatales, instituciones
educativas y sociedad civil, con una audiencia nacional estimada en 30 millones
de escuchas y telespectadores, debe servir para impulsar la transformación del
país y no para difusión de gobernantes.
Las radiodifusoras de los
pueblos originarios deben ser impulsadas. Al tiempo de mejorar el uso del
Instituto Mexicano de la Radio como medio de Estado, Canal 22, Canal del
Congreso, Canal Judicial y otros, para que cumplan con los objetivos que se
plantean para la transformación de México. Derogar la Ley Chayote y crear una
verdadera Ley de Comunicación Social.
Comentarios a uliseshj@hotmail.com
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