Ciudad de México, 8 de Agosto
de 2018.- Este día, el morenista Andres Manuel López Obrador recibio de manos
del TEPJF ( Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación) constancia
que lo acredita como presidente electo de los Estados Unidos Mexicanos, en la
ciudad de México.
El ahora Presidente Electo fue
acompañado a recibir este documento oficial, ante la presencia de los
Magistrados, por dirigentes de los Partidos de la Coalición ” Juntos Haremos
Historia”, Partido del Trabajo (PT) y el Partido Encuentro Social (PES).
Por tanto Andres Manuel dio un
emotivo discurso:
Participo con entusiasmo y
solemnidad en este importante acto, en el cual, el Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación, me ha entregado la constancia que me acredita como
Presidente Electo de los Estados Unidos Mexicanos.
Antes que nada, rindo homenaje
al Pueblo de México por su evidente vocación democrática. Agradezco a los
ciudadanos que depositaron en mí su confianza y reconozco la madurez política
de quienes aceptaron los resultados electorales.
No cabe duda de que vivimos
momentos realmente históricos. Muchas han sido las enseñanzas del pasado
proceso electoral, pero considero que su saldo más importante fue la
demostración de la elevada conciencia cívica y la sólida dignidad republicana
que hemos alcanzado los mexicanos.
Ha sido sorprendente y
ejemplar lo acontecido el 1º de julio; nuestra sociedad manifestó su entereza y
su talento, y así lo han reconocido otros pueblos, países y gobiernos del
mundo.
Ahora nos corresponde asimilar
correctamente los sentimientos expresados por el pueblo al emitir el sufragio y
ser ejecutores escrupulosos y fieles de ese mandato.
Considero que la gente votó
por un gobierno honrado y justo. En mi interpretación, la mayoría de los
ciudadanos mexicanos están hartos de la prepotencia, el influyentismo, la
deshonestidad y la ineficiencia, y desean con toda el alma poner fin a la
corrupción y a la impunidad.
Millones de compatriotas
aspiran vivir en una sociedad mejor, sin la monstruosa desigualdad económica y
social que padecemos. Ha sido muy satisfactorio constatar que incluso los
sectores de clase media y no pocos de los más acaudalados manifestaran con su
voto el deseo de mejorar la situación del prójimo y su acuerdo en el principio
de que el gobierno ha de representar a todos, pero que debe dar preferencia a
los olvidados y a los más pobres de México.
Considero que otro de los
mandatos de la mayoría es el evitar la violencia, atendiendo para ello las
causas que la originan y reformular la política de seguridad, hoy centrada casi
exclusivamente en el uso de la fuerza, a fin de construir la reconciliación
nacional en el bienestar y en la justicia.
Entre las muchas lecciones del
1º. de julio debo destacar también una que tiene como destinatarios a los
dirigentes políticos y a los servidores públicos; es decir, a nosotros mismos:
la gente votó para que exista en México un verdadero Estado de Derecho; el
pueblo quiere legalidad, no la simulación que en la aplicación de la ley ha
persistido desde el Porfiriato.
Los mexicanos votaron también
para que se ponga fin a las imposiciones y los fraudes electorales. Quieren
castigo por igual para políticos corruptos y para delincuentes comunes o de
cuello blanco.
La ciudadanía plasmó en su
sufragio el anhelo de que los encargados de impartir justicia no actúen por
consigna y que tengan el arrojo de sentirse libres para aplicar sin cortapisas
ni servilismos el principio de que al margen de la ley, nada, y por encima de
la ley, nadie.
En lo que a mi corresponde, en
mi carácter de titular del Ejecutivo federal actuaré con rectitud y con respeto
a las potestades y la soberanía de los otros poderes legalmente constituidos;
ofrezco a ustedes, señoras y señores magistrados, así como al resto del Poder
Judicial, a los legisladores y a todos los integrantes de las entidades
autónomas del Estado, que no habré de entrometerme de manera alguna en las
resoluciones que únicamente a ustedes competen.
En el nuevo gobierno, el
Presidente de la república no tendrá palomas mensajeras ni halcones
amenazantes; ninguna autoridad encargada de impartir justicia será objeto de
presiones ni de peticiones ilegítimas cuando esté trabajando en el análisis,
elaboración o ejecución de sus dictámenes y habrá absoluto respeto por sus
veredictos.
El Ejecutivo no será más el
poder de los poderes ni buscará someter a los otros. Cada quien actuará en el
ámbito de su competencia y la suma de los trabajos respetuosos e independientes
fortalecerá a la República y el Estado Democrático de Derecho transitará del
ideal a la realidad.
No olvidemos nunca que debemos
la apertura de estos nuevos horizontes al pueblo, al pueblo soberano que está
por encima de individuos, grupos o facciones, por poderosos que sean o que
parezcan.
En la elección del 1º de julio
quedó demostrado que así como el autoritarismo y la abyección envilecen y
desprestigian a las instituciones, la voluntad democrática de la ciudadanía
puede renovarlas y fortalecerlas.
No desaprovechemos o
desperdiciemos este momento de condiciones políticas inmejorables para llevar a
cabo la cuarta transformación de la vida pública de México. El pueblo ha
conquistado con energía y dignidad su derecho indiscutible e indiscutido de
regir sus propios destinos y de ser gobierno.
Contamos con amplias bases de
legitimidad para hacer realidad el deseo colectivo de vivir en paz, con
justicia y libertad.
Sólo me resta decir que actúo
guiado por principios y soy perseverante. Ninguna tentación me quitará la
autenticidad o desviará mí camino en la búsqueda del humanismo y la
fraternidad.
Reitero: voy a cumplir todos
los compromisos de campaña, no le voy a fallar a los ciudadanos y habré de ser
fiel en todos mis actos al interés, la voluntad y el bienestar del único que
manda en este país: el pueblo de México.

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