El robo de identidad es un
fraude que consiste en el uso de información personal o institucional por una
persona diferente al propietario de ésta con el propósito de obtener algún bien
o servicio de manera ilegítima e ilegal, aseguró el experto en ciberseguridad
Luis Novoa Romo quien aseguró que pese al crecimiento en la incidencia de esta
conducta delictiva, poco o casi nada se ha hecho para sancionar este delito.
Novoa Romo aseguró que para
que se pueda realizar esta acción, el defraudador necesita acceder a los datos
del defraudado y las tecnologías de la información son uno de los medios para
obtener estos datos, aunque no el único. Pero, ¿todos los datos de una persona
son útiles para un robo de identidad? o ¿qué datos debemos proteger más?
De acuerdo a la Ley Federal de
Datos Personales en Propiedad de Particulares, los datos personales son
aquellos que vinculan a una persona de forma inequívoca, información como
nombre, teléfono, dirección postal, dirección de correo electrónico, etcétera,
recordó.
El ingeniero, con grado de
maestro, dijo, existe información sensible, la cual, en conjunto con la
información personal, permitiría que el dueño de esta información sea sujeto a
algún tipo de discriminación. “Información como edad, raza, religión, afiliación
política, sexo, estado civil, preferencia sexual, estado de salud o condición
social, son algunos ejemplos de este tipo de datos”.
Ahora bien, un defraudador
cuenta con mecanismos pasivos y activos para obtener información personal y/o
sensible. Algunos de estos mecanismos, hacen uso de la tecnología, pero no
todos.
Explicó que los medios pasivos
son aquellos en donde la víctima, en la mayoría de las veces por descuido, deja
al descubierto información, mediante correspondencia que tira al a basura si
destruirla, incinerarla o triturarla; realiza publicaciones en redes sociales
sobre los lugares que frecuenta, en donde trabaja o a que escuela u
organización asisten sus familiares; o deja notas de nombres de usuario y
contraseñas en lugares accesibles y a la mano del equipo de computo en donde
trabaja o se entretiene.
Por otro lado, dijo que los
mecanismos activos son aquellos donde el defraudador interactúa con la víctima
para obtener información. A estas técnicas se les conoce también como
ingeniería social.
Advirtió de los mecanismos
como el phishing —correos electrónicos o mensajes de texto vía dispositivos
móviles— con los que hacen creer a la víctima que un banco, prestador de
servicios, amigos, conocidos o alguna entidad de gobierno, solicita que realicen
alguna acción mediante un portal en Internet, el cual, realmente es una trampa
para obtener datos de acceso a cuenta bancarias o de servicios en línea.
También existen las llamadas
telefónicas fraudulentas, en donde hacen creer al víctima que un familiar se
encuentra en algún tipo de apuro y que requiere nuestro apoyo enviando códigos
de tarjetas de telefonía de prepago.
Y no podemos dejar de lado la
clonación de tarjetas de tipo bancario, en donde este tipo de tarjetas son
introducidos en aparatos modificados que leen la información de la tarjeta para
almacenarla, y posteriormente el defraudador genere una copia de la tarjeta
original para realizar compras.
Pero, ¿cómo podemos evitar ser
víctimas de este tipo de fraudes?
Sin lugar a dudas, en materia
de seguridad de la información, el eslabón más débil son las personas, pero
también puede ser el más fuerte si estamos informados.
Destruir cualquier tipo de
documentos antes de desecharlos, en especial aquellos que contienen nombres,
direcciones, números de tarjetas de crédito o información que consideremos
importante; ser consientes de lo que publicamos en redes sociales; hacer uso de
contraseñas fuertes y hacer uso de llaveros de contraseñas como keepass; no
abrir correos, archivos adjuntos y/o enlaces a Internet con orígenes
desconocidos, y desconfiar de correos de bancos o instituciones de gobierno en
donde solicitan que acedamos a una liga que viene en el cuerpo del correo o
sitios en donde nos soliciten datos como el NIP de la tarjeta, números token
bancario (ese llaverito chistoso que últimamente otorgan los bancos), o los
números de seguridad de estas tarjetas, (si esos que vienen en la parte de
atrás, o los pequeños números en la parte del frente de la tarjeta con el
soldado romano).
Igualmente, otra recomendación
que hizo el especialista es colgar ante la sospecha de un fraude telefónico y
localizar a nuestros familiares, así como no perder de vista las tarjetas
bancarias al realizar pagos y guardar estas en lugares seguros en casa cuando
no las utilicemos, son algunos de los consejos que nos ayudaran a proteger
nuestra información de fraudes en este mundo digital.
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