Carlos
Ravelo Galindo, afirma:
A cien
años de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos. Frente al
presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ministro don Luis
María Aguilar, el rector de la
Universidad Nacional Autónoma de México,
expresó:
La
Constitución debe ser clara y cercana a los ciudadanos para que estos la hagan
suya.
Agregó
Enrique Graue Wiechers que en el caso de nuestra Carta Magna, ya la hicieron
extensa, compleja, confusa y a veces hasta contradictoria, con las
reformas y modificaciones a las que se le ha sometido en el último
Siglo.
“Debe
ser clara, precisa. Cercana a los ciudadanos para que la hagamos nuestra. La recordemos y la defendamos como
el símbolo jurídico al cual adherirnos para poder vivir en paz y progreso”
Cierto.
Agregaría el ministro en retiro, Diego Valadés.
Ante
ello propuso una ley de desarrollo
constitucional que permita ordenar el texto vigente y compactarlo para quitarle
especificaciones innecesarias que lo hacen confuso, complejo, inexacto y en
ocasiones falto de veracidad.
Observemos.
Son datos estrictamente verídicos:
Tiene
136 artículos que en 1917 estaban escritos en alrededor de 22 mil
palabras. Un siglo después se acercan a 67 mil. De los artículos originales, 22
no han cambiado, lo que representa al 16
por ciento del articulado.
Si
se mide en palabras, sólo subsisten intactas mil 160 palabras que corresponden
a esos preceptos. Lo que equivale a 5.2 por ciento del texto aprobado por la
Constituyente posrevolucionaria. Y al 1,7 del vigente en la actualidad.
Ojalá
encuentren el remedio. Pronto.
Por
cierto, acabamos de cerrar un libro que
habla sobre la Santa Madre Teresa de Calcuta.
Amén
de su historial. Su paso por la vida. El amor que profesó a sus semejantes.
Sobre todo a los necesitados o enfermos, nos hizo entender.
Que
la
humildad es la madre de todas las virtudes: pureza, caridad y
obediencia. Y te hace descubrir que ser feliz no es tener una vida perfecta.
Sino usar las lágrimas para regar la
tolerancia. Las pérdidas para refinar la
paciencia. Las fallas para esculpir la
serenidad. El dolor para lapidar el
placer y usar los obstáculos para abrir las ventanas de la inteligencia.
Es cierto, lo que dijo ella, y nosotros
compartimos, con añadidos propios: Con
humildad nuestro amor se vuelve real, devoto y ardiente.
Si eres humilde nada te tocará, ni
elogios, ni vergüenza, porque sabes lo que eres.
Y si te llaman santo no te subas
a un pedestal. Porque, sencillamente no lo eres.
Muchas veces
sentimos que estamos más interesados en otro tipo de cosas. En ser admirados y
queridos por otros, en recibir elogios y regalos materiales.
Nos
preguntamos también cuánto damos a los
demás y cómo nos comportamos con el
prójimo. Ser humildes, es una lección, tan simple y
tan sencilla, que nos permite asumirla.
Por ejemplo: Habla lo
menos posible sobre ti mismo. Mantente ocupado con tus propios asuntos y no
con los demás. Evita la curiosidad. No interfieras en
las preocupaciones de otros. Acepta las pequeñas irritaciones con buen
humor. No
insistas en las faltas de los demás. Admite
censuras incluso cuando no son
merecidas. Cede la voluntad a los demás.
Acepta
insultos y calumnias.
Acepta el desprecio y el olvido. Se cortes y delicado incluso cuando alguien te provoque. No busques ser amado y admirado. No te protejas a ti mismo detrás de tu
dignidad.
Cede en las discusiones incluso cuando tengas
la razón. Escoge siempre la tarea más difícil. Reflexionar sobre estas sencillas
citas, cargadas de significado, te harán ver la vida desde otro
punto de vista, uno más real y humilde.
Como con la de nuestra Carta Magna, con
la que iniciamos este comentario.