Carlos Ravelo Galindo, afirma:
En esencia, no somos más que flores de un gran
jardín. Hoy, muy descuidado.
Hace
tiempo escuché esta bonita historia y
recientemente la recordé porque nos encontramos en una situación similar: Nos
demandan ofrecer unidad al
minusválido. Al considerar la singularidad de aquella rosa
azul, llamémosla de tal forma, supe
exactamente cómo debía actuar.
Porque un simple
gesto de amabilidad puede ser muy significativo.
Espero que esta historia te
inspire tanto como a mí. Un único momento de inspiración marca la diferencia. Diría
nuestro rector de la UNAM, al convocar a una marcha, de dos, de unidad. El
domingo.
Se las platico con infinita humildad, por quien se trató,
entonces.
Estaba en el supermercado, y me dirigí al mostrador de salida. Pero en el pasillo un adolecente me bloqueo el
paso. Esperé pacientemente a que se diera cuenta. Entonces el chico grito:
“Mamá estoy aquí“. El chico tenía alguna discapacidad mental. Creo que dawn.
Cuando se volteo y me vio tan
cerca, se sorprendió. Sus ojos se ensancharon cuando le pregunte: Oye amigo ¿Cómo te llamas? Me llamo Dani y estoy de compras con mi
madre”; respondió con orgullo. ¡Oh dije. Es un
nombre fantástico, me encantaría llamarme como tú. Pero mi nombre es Emilio. ¿Emilio, como
Emiliano? pregunto el chico. Exacto respondí.
Y cuántos años
tienes, Dani ¿Qué edad tengo ahora,
mama?” pregunto a su madre, que caminaba hacia nosotros. Tienes 15 años, Dani. Ahora se buen chico y
deja pasar al señor. La
salude pero seguí en charla con el joven Dani durante unos minutos más sobre
sus gustos y aficiones. Aprendí mucho sobre él. Que estaba muy emocionado
de ser el centro de atención de alguien. Luego se fue, a la carrera hacia la sección de juguetes.
La mamá de Dani me agradeció que charlase
con su hijo. Me contó que la mayoría de
gente ni siquiera lo mira, y mucho menos habla con él. A veces también se burlan. O simplemente lo
ignoran.
Entonces le dije
algo y no tengo la menor idea de donde me vino: En el jardín de Dios hay un montón de rosas rojas, rosas y
amarillas. Pero las” rosas azules” son muy raras y deben ser apreciadas por su
belleza y distinción.
Dani es una rosa
azul. Y todo el que no se detiene a olfatear y tocar esa flor, ignora una bendición de Dios.
La mujer quedó en
silencio y luego, con una lagrima en los ojos, me preguntó: “¿Quién es
usted?” Sin pensarlo dije: Oh, yo no soy
más que un diente de león, pero vivo en el mismo jardín. Ella extendió la mano y apretó la mía, y
dijo: Dios lo bendiga. Y
entonces, a mí también, me saltaron las
lágrimas. Habrá
entendido el señor de los pinos. Ojalá. Le hará bien.
craveloygalindo@gmail.com