Carlos Ravelo Galindo, afirma:
No queremos, de manera alguna, aplaudir
o criticar las marchas que a partir de las diez de la mañana, en torno al
monumento a la Independencia, realizarán dos grupos. Unos de blanco y otros como
arco iris. Cada uno apoya lo que les dicta su fe. O su forma de vivir.
A ellos, nuestro absoluto respeto. Los
dos se lo merecen. Así de simple. Cada quien, dice tener razón.
Mejor hablar de ella que, como la
poesía, nació éste día. Recordarte que una persona piensa en ti. Y esa persona,
soy yo.
A propósito, nuestro amigo, maestro,
periodista, escritor y sobre todo poeta, don Pablo Rubén Villalobos, nos acaba
de rubricar su poemario Sesenta Millones de Años.
De ellos he tomado, con su permiso, dos, para
ofrendártelos hoy.
El primero “Fantasía” y el segundo “Ave
y Estrella”.
“¡Ah, que si Yo tuviera alas…! ¡El
Mundo recorrería…! ¡Y en la Comba de los cielos entre estrellas viajaría!
Colmaría mil ilusiones y en mis vuelos
siderales les dejaría a aquellos “hombres” los mensajes más cordiales.
Y a la gente del Planeta nuestra
tierra, les daría, oraciones. Credo y fe, de inmensa sabiduría.
¡Penetraría las sierras...! ¡Me
elevaría en los volcanes..! ¡Y vigilaría la tierra sin causar a nadie males!
¡Traspasaría los océanos..! ¡Surcaría
los continentes…! ¡Promovería el ser hermanos y la amistad de la gente!
¡Sería ese Angel de la Guarda, de la
“dulce Compañía”, de la oración de mi infancia que ha protegido mi vida.
¡Ayudaría a los pobres, le llevaría
agua al sediento y con sentimientos nobles alimentaría al hambriento!
Y también por alimento, repartiría
entre los seres, la armonía, los sentimientos, nobles, de hombres y mujeres.
¡Ah, que si yo tuviera alas…! ¡Águila o
cóndor sería...! ¡O paloma de la paz por su gran simbología!
¡Sería el gallardo quetzal, o ¡el
halcón, de aguda vista!¡ ¡O el fénix, ave inmortal que renace en sus cenizas!
¡O tal vez sería un tucán..! ¡O un búho
de sabiduría..! ¡O alguna otra ave inmortal..! ¡Ah, que hermosa fantasía!
¡Sin duda alguna les digo, que esto y
mucho más haría..! ¡Si alas tuviera mi cuerpo..! ¡Lejos, lejos, volaría..!”
Pablo Rubén nació y vive en Cuernavaca,
Morelos. Este libro, la primera edición—son siete las que lleva—fue en
septiembre de dos mil seis. Hace diez años. Y hoy, en la Ciudad del
conocimiento, Ensenada, BC, donde fue reconocido por su trabajo periodístico,
lo obsequió a quien escribe.
Lo que vas a leer lo titulo Ave y
estrella:
“¡No me invoquen! ¡No me lloren..!
¡Tengo paz, tranquilidad..! ¡Sólo les pido por Mí oren en su íntima soledad!
¡Y conste que no están solos..! Yo
siempre los acompaño, a ustedes que son mi todo..! ¡El partir no me hizo daño!
¡Estoy en ese infinito, del espacio y
su belleza..! ¡Pueden verme, se los digo..! ¡Soy la estrella que embeleza!
¡Soy esa ave en raudo vuelo, de esplendoroso
plumaje..! ¡Que es un hálito en el Cielo cuando sola va en su viaje!
¡Ya sin llanto y sin lamentos, hoy sé
que mi vida es bella..! ¡Pueden verme, se los digo..! ¡Soy el ave! ¡Soy la
estrella!”
Gracias, te repito, por haber nacido.
craveloygalindo@gmail.com