SE SUICIDA EN EL INTERIOR DE SU CASA POR PROBLEMAS ECONOMICOS

 

Raúl Ma­cías, Foto: Luis A. Barrera

En el in­te­rior de una hu­mil­de vi­vien­da en Iz­ta­pa­la­pa, don­de se res­pi­ra el do­lor y la tris­te­za; don­de la po­bre­za era la cruel rea­li­dad, fue en­con­tra­do el cuer­po sin vi­da de un hom­bre que, can­sa­do por sus deu­das de­ci­dió col­gar­se con un me­ca­te. An­tes de par­tir al más allá, en una co­lum­na, una pa­red de su ca­sa y una ho­ja de pa­pel se des­pi­dió y pi­dió per­dón a sus se­res que­ri­dos, pe­ro cer­ca de él se leía: "Dios ya no es­toy, y Tú tam­po­co".

La tra­ge­dia ron­da­ba a la fa­mi­lia des­de ha­cía va­rios días, pe­ro ayer el de­sen­la­ce fue fa­tí­di­co: cuan­do re­gre­sa­ron de ha­cer unas di­li­gen­cias, en el in­te­rior de una vi­vien­da lo­ca­li­za­da en el cru­ce de las ca­lles Pa­ro­tas y Ce­rra­da Mé­ri­da, de la Co­lo­nia Mi­guel de la Ma­drid, en­con­tra­ron el cuer­po sin vi­da del pa­dre de fa­mi­lia, cu­yo cuer­po pen­día de un la­zo que ama­rró en una vi­ga.

Cer­ca de su cuer­po se lo­ca­li­zó un pa­pel de una agen­da; ahí el sui­ci­da de­di­có va­rias lí­neas a sus fa­mi­lia­res que de­cían: "Bea­triz, quie­ro pe­dir­te per­dón a ti, a mis hi­jos, a mis nie­tos por to­do el do­lor que les voy a cau­sar, pe­ro ya no pue­do más. El ver­da­de­ro mo­ti­vo le de­bo a to­do el mun­do, yo sé que es­to em­peo­ra to­do pe­ro no en­cuen­tro otra so­lu­ción. Cuí­den­se mu­cho, los quie­ro mu­cho".

Tras­cen­dió que es­te hom­bre hu­mil­de, se de­sem­pe­ña­ba co­mo al­ba­ñil; sus pies que­da­ron cer­ca de unos bul­tos de ce­men­to y unos "ani­llos" de me­tal que son uti­li­za­dos en las cons­truc­cio­nes. To­do pa­re­ce in­di­car que pa­ra po­der lo­grar su de­ci­sión de sa­lir por la puer­ta fal­sa, su­bió sus pies a los bul­tos que es­ta­ban a un cos­ta­do y se ba­lan­ceó a su la­do iz­quier­do y así que­dar pen­dien­do de un la­zo.

En la pa­red que se lo­ca­li­za a unos cen­tí­me­tros de don­de que­dó el cuer­po, se en­con­tra­ba otro de los men­sa­jes que le de­jó a sus se­res que­ri­dos co­mo des­pe­di­da, el cual a la le­tra de­cía: "Yo sé que ni así pa­go to­do lo que de­bo, pe­ro el úni­co cul­pa­ble soy yo x fa­vor per­dó­nen­me", pa­la­bras que al ser leí­das por sus deu­dos les ca­la­ron en lo más pro­fun­do del co­ra­zón.

Con la tris­te­za re­fle­ja­da en sus ros­tros, los fa­mi­lia­res del sui­ci­da die­ron avi­so a las au­to­ri­da­des co­rres­pon­dien­tes pa­ra que ini­cia­ran el ac­ta co­rres­pon­dien­te. Pe­ri­tos de la Pro­cu­ra­du­ría Ge­ne­ral de Jus­ti­cia lo­cal, ana­li­za­ron en el si­tio de la tra­ge­dia los men­sa­jes de­ja­dos por el sui­ci­da, es­to con el fin de que co­rres­pon­die­ra a su le­tra y de es­te mo­do des­lin­dar res­pon­sa­bi­li­da­des.

Fa­mi­lia­res de es­te hom­bre de quien no sé re­ve­ló su nom­bre, con­fir­ma­ron que des­de ha­ce tiem­po se sen­tía aho­ga­do por las deu­das que te­nía con va­rias per­so­nas, ya que su si­tua­ción eco­nó­mi­ca no era bue­na, pe­ro que nun­ca pen­sa­ron que una de sus sa­li­das fue­ra el sui­ci­dio, por lo que se in­cli­na­ron más en uno de los men­sa­jes que les de­jó: "Yo sé que ni así pa­go to­do lo que de­bo, pe­ro el úni­co cul­pa­ble soy yo x fa­vor per­dó­nen­me".