Candidatos a modo
El presidente del INE reconoció que este
proceso electoral comenzó en un escenario de criminalidad que afecta al país y
que amerita blindarlo ante el acoso de los grupos delincuenciales que ahora, no
contentos con controlar a las autoridades, a la buena o a la mala, ahora
postulen sus propios candidatos a través de lo que marca la ley, ahí si la
cumplen, los partidos políticos.
De manera que “la disputa de la Nación”,
esa frase que los institutos políticos y sus defensores acuñaron como esencia
de lo que ha estado en juego entre las diversas corrientes políticas con
registro para disputar los cargos de elección popular, se ha quedado solo en
eso, en una frase que nada tiene que ver con México y si con la disputa de
posiciones de poder que no necesariamente se obtienen para servir a los
mexicanos, sino para defender sus propios intereses, los del grupo que los
llevó a tal posición o de otros ajenos a la vida política.
Es por esta razón que los ciudadanos tienen
poca certidumbre en que la vida política del país y sus actores principales
sean en verdad sus representantes, poniendo en jaque con ello a la democracia
representativa que vivimos y demanden cada día mayor democracia directa para
que los electores puedan llamar a cuentas a sus representantes y en su caso,
revocarles el mandato.
Pero esto último a pesar de que varios
legisladores lo han propuesto en ambas cámaras del Congreso de la Unión, hasta
ahora no ha avanzado, porque los actores políticos de distintos colores, saben
que su actuar no ha cumplido, muchas de las veces, con la expectativa que han
generado entre sus seguidores y la población en general, así que si bien los
electos en este proceso podrán ser reelectos inmediatamente en el siguiente,
podrían ser víctimas de su propia legislación si agregan a la reforma política,
la revocación de mandato.
Y es que es tal el descrédito por la
actividad política, que muchos que hacen política en contra de ellos, llegan al
extremo que bautizarse como “apolíticos” o bien hasta los funcionarios de alto
nivel, llaman a que los movimientos estudiantiles y sociales que no se
“politicen”, así lo dicen, olvidando que toda actividad social en sí, es
política.
Porque el movimiento estudiantil que no
acepta las condiciones en que se reciben educación y que la reforma del sector
los convierta en simples técnicos de la industria en lugar de ingenieros del
ramo, significa no solo bajarlos de categoría profesional para recibir un
salario menor, sino que están cuestionado con su posición, la política educativa
del gobierno federal y ponen en entredicho los cambios aprobados. Están
haciendo política, porque se trata de un grupo de universitarios., algunos con
filiación hacia alguna corriente y otros sin ella, que demandan respeto a sus
derechos como estudiante de un sector.
También quienes desde la sociedad civil
cuestionan las políticas de servicio de los ayuntamientos por la falta de agua
potable, pavimentación, drenaje ineficiente o inexistente, alumbrado público,
electrificación, cobros indebidos o abusivos en la luz u otros servicios, en
fin, quien sale a la calle para demandar sus derechos y exigir a las
autoridades que cumplan sus obligaciones, hacen política.
La demanda de los normalistas por mejor y
mayor presupuesto para sus escuelas, es un movimiento político que cuestiona el
no cumplimiento de las recomendaciones de la Unesco sobre el monto del PIB que
los gobiernos deben destinar para la educación, de modo que la calidad
educativa se vea en las aulas con mejor infraestructura, mobiliario y equipamiento
necesario, así como el impulso a la investigación que permitan a las naciones
el repunte de su economía.
Son los actores de los partidos políticos,
de todos los colores, los que desacreditan la actividad política y en México
todos conocen ejemplos de ello, por lo ni es necesario mencionarlos. Por esto,
es que creen que la política no es buena y se llaman “apolíticos”, cuando en
verdad, al cuestionarlos, están haciendo política, en todo caso serían
apartidistas por no ser miembro de partido político alguno, pero sin la
revocación de mandato para que puedan extirpar de la política a esos malos
elementos, solo les queda la libertad expresión para señalarlos.
El caso de Iguala sin duda, detonó el clima
de inseguridad y de violencia que se vive en el país a casi 23 meses de la
actual administración, misma que se ha dedicado a tratar de permear una imagen
de México que no corresponde con la realidad que todos vivimos, porque la
puesta en marcha de algunas de las reformas que tanto han pregonado, mueven a
México en contra de las instituciones y aumentan la irritación de la población.
Es tiempo que la geometría política, en
donde ya no se ven diferencias entre los seguidores de una o de otra, comiencen
el deslinde sus actuaciones, devuelvan la credibilidad en la política y sobre
todo que escojan a sus candidatos no solo por su popularidad que les garantice
el triunfo electoral, sino sobre todo por su honorabilidad, como lo hacían
antes cuando se postulaba a ciudadanos reconocidos en verdad por sus vecinos, a
quienes rogaban fuera el candidato.
Claro, ahora es al revés, muchos ruegan por
ser candidatos, pero por otras razones, la más de las veces con el ánimo de
servir a intereses ajenos a la Nación y sus instituciones, por eso llamar a
blindar las elecciones de este tipo de personajes. ¿Podremos?
Pero lo más importante es lo que usted,
vecina, vecino del México Real opine.
uliseshj@outlook.com,
@legislativo_tv, #legislativotv
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