Convertirse
en diputado en un distrito local del Estado de México puede implicar el mismo
esfuerzo que ganar la gubernatura –o todos los distritos locales– de Campeche,
Colima o Baja California Sur. De este tamaño son las disparidades a las que
tendrá que hacer frente el Instituto Nacional Electoral (INE) una vez que, tras
su publicación en el Diario Oficial el pasado 23 de mayo, ha entrado en vigor
la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (Legipe).
Además
de concluir el proceso de redistritación a nivel federal que dejó inconcluso el
extinto Instituto Federal Electoral (IFE), el INE tendrá que efectuar la
redistritación en las entidades federativas, un asunto del que hasta hace unas
semanas legalmente se encargaban los institutos electorales locales y que ahora
se ha centralizado. De acuerdo con el artículo 32 de la nueva Legipe, el INE
tiene como atribución, tanto para los procesos locales como federales, “la
geografía electoral, que incluirá la determinación de los distritos electorales
y su división en secciones electorales, así como la delimitación de las
circunscripciones plurinominales y el establecimiento de cabeceras”.
Nivel federal: proceso fallido
De
acuerdo con el IFE, el 30% de los distritos federales electorales (88 de los 300
en que se divide el país) se encuentran fuera de rango, por lo que es necesaria
una nueva distritación. Por ello el 30 de agosto de 2012 el Consejo General de
dicho organismo aprobó que se empezaran a realizar los estudios necesarios, lo
que llevó dos meses después a la integración del Comité Técnico para el
Seguimiento y Evaluación de los Trabajos de Redistritación.
En
el plan de trabajo quedó establecido que en octubre de 2013 se aprobaría la
nueva geografía electoral, lo cual no ocurrió: fue un proceso fallido. Durante
la sesión del 28 de octubre la propuesta de redistritación, trabajada durante
14 meses, fue rechazada por siete consejeros –sólo fue votada a favor por el
entonces presidente del IFE Leonardo Valdés Zurita– y por los representantes de
los partidos.
El
proyecto proponía que siete entidades ganaran un distrito: Chiapas, Guanajuato,
Jalisco, Estado de México, Querétaro, Quintana Roo y Tamaulipas, en tanto que
la entidad más afectada era el Distrito Federal, que perdería tres distritos;
completaban la lista los estados de Oaxaca, Puebla, Sinaloa y Veracruz, que
perderían sólo uno.
El
artículo 53 constitucional establece que para realizar la distribución de los
300 distritos se dividirá la población total del país, de acuerdo con el último
censo general, entre los distritos señalados; desde 1996 el IFE adoptó como
criterio que la variación respecto de dicho cociente no fuera superior al 15%
en cada distrito.
Nivel estatal: el desorden mayor
Ante
la imposibilidad del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de
proporcionar el número de habitantes de cada uno de los distritos locales
electorales en que se dividen las entidades federativas del país, SDP Noticias llevó a cabo una revisión considerando la lista
nominal de electores como el valor poblacional de cada distrito. De este
ejercicio se desprende que el Estado de México e Hidalgo son los principales
focos rojos que el INE deberá atender.
Las
disparidades que existen en el Estado de México son considerables. Mientras por
un lado cinco de sus distritos locales, según datos al 31 de diciembre de 2013,
tienen una lista nominal menor a los 100 mil habitantes –la del distrito 11,
con sede en Santo Tomás, se integra por 68 mil 76 ciudadanos–, tres superan los
500 mil inscritos: el distrito 31, con sede en La Paz, tiene una lista nominal
de 577 mil 808; le siguen los distritos 38 (Coacalco) y 33 (Ecatepec), con 542
mil 447 y 506 mil 647 ciudadanos registrados, respectivamente.
Con
los votos que el diputado priista Narciso Hinojosa Molina requirió para ganar
el distrito 31, que abarca los municipios de Chimalhuacán y La Paz, pudo ser
gobernador de Baja California Sur, Colima o Campeche, que en todo su territorio
suman una lista nominal de apenas 419 mil 944, 471 mil 895 y 563 mil 812, respectivamente.
En
el Estado de México 38 de sus 45 distritos, el 84%, estarían fuera de rango,
violando el artículo 17 de su Código Electoral, que establece una desviación
del promedio poblacional por distrito (el resultado de dividir la población
total de la entidad entre 45) “por encima o por debajo, inferior al 15%”. El
citado distrito 31 tendría una desviación de 140%, en tanto que la del distrito
11 sería de menos 70%.
Pese
a varios intentos, en la tierra del presidente Enrique Peña Nieto la última
redistritación se desarrolló en 1996, cuando fungía como gobernador César
Camacho Quiroz, actual presidente nacional del PRI. De acuerdo con el Censo de
Población y Vivienda de 2010 el Estado de México tiene 15 millones 175 mil 862
residentes, por lo que el tamaño ideal de cada distrito local es de 337 mil
241; considerando el margen de 15%, ningún distrito debiera tener más de 387
mil 827 pobladores ni menos de 286 mil 655. Sin embargo, tan sólo el número de
ciudadanos que pueden votar supera en seis demarcaciones los 387 mil, son los
casos de los ya mencionados distritos 31 (La Paz), 38 (Coacalco) y 33
(Ecatepec), además del 27 (Chalco), 40 (Ixtapaluca) y 21 (Ecatepec).
Hidalgo
será otro foco rojo para el INE. En esta entidad hace casi 20 años que no se ha
actualizado su distritación; la división vigente data de 1995, cuando se
desempeñaba como gobernador Jesús Murillo Karam, actual procurador general de
la República.
Casi
el 90% de los distritos hidalguenses (16 de un total de 18) estaría fuera de
rango. El distrito 9, con cabecera en San Agustín Metzquititlán, cuenta con una
lista nominal de 36 mil 592 ciudadanos, en tanto que la del distrito 3, con
sede en Tulancingo, tiene cinco veces más: 185 mil 565 inscritos, de acuerdo
con cifras del Instituto Estatal Electoral de Hidalgo. Según la revisión de SDP Noticias, la desviación de la media poblacional del
distrito 9 sería de menos 65% y la del 3 de 73%, superando por mucho el parámetro
de más menos 15%.
En
2010 vivían en Hidalgo, conforme al INEGI, 2 millones 665 mil 018 personas, lo
que dividido entre 18 da 148 mil 56, cifra de pobladores que de manera ideal
debería tener cada distrito. La realidad es que las puras listas nominales de
cinco distritos exceden dicha cantidad, son los casos del distrito 3
(Tulancingo), 2 (Pachuca Oriente), 13 (Huejutla de Reyes), 14 (Actopan) y 1
(Pachuca Poniente).
Las
elecciones del pasado 6 de julio en Nayarit se desarrollaron en un contexto en
el que la gran mayoría de sus distritos se encuentran fuera de rango: 16 de 18,
esto es, cerca del 90%. Si se toma en cuenta que tenía en 2010 un millón 84 mil
979 habitantes, el tamaño de sus distritos locales debería estar entre 69 mil
318 y 51 mil 235 personas. El hecho es que las puras listas nominales de tres
demarcaciones rebasan la cifra de 70 mil, son los casos de los distritos 1, 2 y
3, todos con sede en Tepic.
Los pleitos
La
disputa por las adecuaciones a los distritos locales en algunas entidades ha
llegado incluso a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Es el caso de
Colima, en donde el Partido Acción Nacional (PAN), mediante su presidente
Gustavo Madero, y la Procuraduría General de la República (PGR), encabezada
entonces por Marisela Morales, presentaron una acción de inconstitucionalidad
al considerar que el Congreso del estado se entrometía en el proceso de
distritación electoral, siendo que es un asunto que le corresponde al Instituto
Electoral del Estado de Colima (IEEC). En diciembre de 2011, por unanimidad,
los ministros les dieron la razón.
Derivado
de lo anterior el instituto electoral colimense inició en octubre de 2013 un
nuevo proceso para adecuar los 16 distritos locales en que se divide la
entidad, el cual concluyó el pasado 2 de abril. Sin embargo, las
descalificaciones no han cesado. Durante la sesión del 8 de abril, el diputado
panista Héctor Insúa García propuso un punto de acuerdo para que el Congreso
estatal exhortara al INE a revisar el proceso mediante el cual el IEEC definió
la delimitación de los 16 distritos. En la exposición de motivos se establecía:
“Lastimosamente, el árbitro electoral ha caído en la tentación autoritaria de
acomodar las circunscripciones electorales locales, a modo y beneficio de los
intereses del PRI”.
En
el documento se acusaba al gobernador Mario Anguiano Moreno: “presumiblemente
el gobernador del estado, actuando como si fuera aún el jefe del Presidente del
IEEC (…) ha ordenado, en su condición de jefe máximo del PRI en la entidad,
elaborar una distritación a modo de sus intereses y de su partido”.
Los aplicados
En
contraste con el Estado de México e Hidalgo, Tlaxcala destaca por su alto nivel
de proporcionalidad. De acuerdo con la revisión de SDP Noticias, solamente uno de sus 19 distritos se encontraría
fuera de rango, es el caso del distrito 1 con sede en la capital del estado.
Debe destacarse el hecho de que la gran mayoría del resto tendría desviaciones
inferiores a 6%.
El
artículo 235 del Código de Instituciones y Procedimientos Electorales para el
Estado de Tlaxcala, derivado de una reforma publicada el 29 de agosto de 2006
en el Periódico Oficial del estado, establece que “el Consejo General del
Instituto Electoral de Tlaxcala, durante el año siguiente al de la elección
aprobará en su caso la demarcación distrital electoral”.
Estados
como Campeche, Chihuahua, Distrito Federal, Guerrero y Puebla han desarrollado
procesos de actualización en los últimos años, lo que contribuye a disminuir
los grados de desproporcionalidad en sus distritos electorales. En el caso de
Puebla, una reforma aprobada en 2012 al artículo 27 de su Código de
Instituciones y Procesos Electorales obliga a que se revise la conformación de
los 26 distritos locales “en el tiempo que transcurre entre la celebración de
dos procesos electorales ordinarios”.
Un proceso paulatino
En
entrevista, Javier Santiago Castillo, consejero del INE, califica como un reto
el llevar a cabo la distritación en las 32 entidades federativas tal y como lo
señala la recién publicada Legipe, aunque explica que es una tarea que tendrá
que hacerse de manera paulatina. “Por ejemplo, para los estados en que hay
elecciones el año próximo no va a haber, desde mi punto de vista, condiciones
materiales para poder realizar la distritación porque la elección está en
puerta. No hay capacidad humana para que en tan corto tiempo se realice el
trabajo técnico”, advierte.
Expone
que son varios asuntos los que el INE tiene que atender en lo inmediato:
elaborar nuevos reglamentos, adecuar los existentes y hacer un rediseño
organizacional de la institución. “Y dentro de este rediseño institucional
–señala– tendremos que discutir la propia estructura de la Dirección Ejecutiva
del Registro Federal de Electores para que asuma esta nueva responsabilidad, lo
cual nos llevará seguramente también a elaborar algún tipo de normatividad”.
-¿No vislumbra que habrá resistencias de grupos
políticos e incluso de gobernadores para realizar acciones como la
redistritación?
-Es
probable que haya resistencias a la distritación porque la verdad es que hay
entidades con una distritación que tiene serias deficiencias técnicas. Entonces
definitivamente creo que sí se darán algunas resistencias, por un lado, y por
otro lado, la función política que los consejos electorales de los institutos estatales
jugaban ahora en buena medida ese proceso de negociación va a recaer en las
delegaciones del INE. Los consejeros todavía no abordamos si tendríamos tal vez
que formar una comisión especial para las distritaciones cuando éstas se vayan
a dar o tendría que ser la propia Comisión del Registro Federal de Electores,
porque ya de por sí la carga de trabajo de la Dirección Ejecutiva del Registro
Federal de Electores es una carga pesada. Tenemos que aquilatar y valorar para
ver cuál alternativa es la más idónea.
-Entonces por el momento no tendríamos alguna fecha
tentativa en que podría llevarse a cabo la redistritación…
-Tendríamos
que ver si el año próximo estaríamos en condiciones de iniciar la distritación
de algunas entidades federativas. Pero hay un problema: estamos en proceso
electoral, federal y concurrente en 17 entidades. Entonces la magnitud de esta
labor es muy grande y la trascendencia legal y política de las elecciones del
año que entra es sumamente relevante, pues nada más y nada menos se renueva la
Cámara de Diputados y además están las otras 17 elecciones con un buen número
de elecciones de gobernador. Entonces la carga de trabajo va a ser
impresionante para el año próximo, por eso necesitamos elaborar una
reglamentación para ver de qué manera vamos a abordar la distritación en las
entidades federativas. Todavía no entramos al análisis porque la cantidad de
cosas que tenemos que resolver en lo inmediato nos ha impedido abordar esta
temática.
-¿No hay riesgos por haber metido al INE a los terrenos
estatales?
-Yo
a veces digo que hay riesgo hasta para cruzar la calle; si no tiene uno
cuidado, capaz que lo atropellan. ¿Hay riesgo en la actividad política? Claro
que hay riesgos, pero las instituciones del Estado estamos para enfrentar los
riesgos y resolverlos.
Desafío y oportunidad
Para
Nicolás Loza Otero, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales (Flacso), la atribución que se le ha otorgado al INE para redistritar
a escala estatal es un enorme reto, pero también una gran oportunidad, “porque
en México tenemos muchos problemas de desproporcionalidad, es decir, no se
cumple realmente con el criterio democrático más elemental, que es que cada
individuo valga un voto cuando hacemos la traducción de votos en asientos
legislativos”, expone.
Considera
que si a nivel federal existen desviaciones de la proporcionalidad que son
notorias y delicadas, éstas son todavía más graves en algunos estados de la
República, lo que representa un desafío que tendrán que solventar los
consejeros del INE. “No se trata de una sola distritación a nivel federal que
luego se replica a nivel de los estados, sino que es la distritación federal
más las 32 distritaciones estatales. Entonces ellos tendrían que ordenar 32
estudios a parte del estudio federal, y establecer 32 soluciones que pueden sin
embargo seguir un solo criterio o criterios relativamente semejantes”, explica.
Loza
Otero insiste en que el tema de la redistritación a nivel estatal es más de
naturaleza política que técnica y que atenderlo dependerá de la conciencia que
sobre él tengan los consejeros y de si deciden o no enfrentarlo. “Me parece que
están en el momento más indicado, con toda la inercia y la necesidad que tiene
el INE de acreditar su existencia, de ganar confianza entre los electores,
entre las propias élites. Creo que es el momento de entrarle a esta tarea y
resolverla cuanto antes”, señala.
“No
me gusta mucho la metáfora del individuo que está saturado de tareas y que le
dan más tareas y no las va a poder hacer porque es un solo individuo; creo que
esa metáfora para instituciones públicas no necesariamente aplica. Es decir, el
INE tiene los recursos y puede generar las instancias institucionales adecuadas
para sacar adelante esta tarea”, agrega.
Dice
que, desde luego, el INE encontrará resistencias al momento de implementar una
nueva distritación: “Se van a encontrar siempre esas resistencias de los
poderes locales que tienen mayor influencia, que se benefician con las reglas
tal y como están y que en general son en la mayoría de los estados los
gobernadores priistas y sus aliados, que son clientelas, grupos de interés,
poderes fácticos. Pero también hay gobernadores perredistas y gobernadores
panistas que van a actuar de la misma forma en este asunto en particular”.
Añade, sin embargo, que los consejeros del INE también encontrarán aliados
potenciales en aquellos actores políticos que han sido perjudicados por la
forma en que se han dado las distritaciones.
Explica
que no ve riesgos mayores que los que se tenían con el arreglo anterior, y que
en ese sentido el que se logre en alguna entidad desarrollar un aceptable
proceso de distritación debe verse como una ganancia. En los casos contrarios,
“no sería un efecto del INE, sino más bien una muestra de los lugares o de las
zonas oscuras, de las zonas marrón de la democracia mexicana a donde el INE no
pudo llegar”, sentencia.
Un paso natural
Para
el investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Víctor Alarcón
Olguín es natural que el INE sea ahora el que asuma la redistritación a escala
estatal debido a que ya el IFE controlaba todo lo relacionado con el Registro
Federal de Electores. Recuerda que tradicionalmente los institutos locales
pagaban al IFE por disponer de los padrones y del trabajo de seccionalización.
“Nadie
se va a desgarrar las vestiduras porque ahora el INE maneje la distritación, de
hecho este es otro elemento que en buena medida también hace que los
gobernadores, las fuerzas políticas locales, la clase política local a través
de los congresos locales ya no pueda meter mano para, digamos, orientar la
conformación de los propios congresos a partir de que a través de los institutos
se podía hacer algún tipo de trazado de los distritos”, asegura.
“En
lo personal no creo que este haya sido un tema de fondo. No conocemos en el
tiempo reciente situaciones de manera concreta en que estuviéramos viendo lo
que técnicamente conocemos comogerrymandering o
los distritos salamandra, que se estuvieran haciendo trazados de distritos
completamente arbitrarios y que no se estuvieran correspondiendo con la
condición poblacional, que hubiera un tipo de manipulación que estuviera
garantizando que un partido político en concreto se estuviera beneficiando de
manera irregular sobre ese mismo trazado”, agrega.
Alarcón
Olguín considera que hasta el momento el de la distritación no ha sido un tema
lo suficientemente polémico como para que pudiera sobresalir entre las recién
aprobadas reformas electorales. Sostiene que casos como los del Estado de
México o el de Hidalgo son extremos, excepciones que no deben llevar a pensar
que existe un problema generalizado.
¿Federalismo electoral?
“La
tarea de redistritación la hacía el IFE periódicamente y actualmente el INE
puede realizarla sin ningún problema”, afirma Héctor Zamitiz Gamboa,
investigador de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM).
-¿Considera que el INE encontrará presiones y
resistencias ante las atribuciones que deberá ejercer en cada uno de los
estados desde el centro?
-Sí,
pero se debe entender que las leyes aprobadas recientemente son generales; es
decir, regirán en todos los estados por igual en forma uniforme y no en forma
particular como lo hacía cada instituto local. Si revisamos las leyes
electorales y las estructuras de los institutos de los estados de la
República no encontramos que dos sean similares; luego entonces, partidos y
candidatos participaban en las contiendas electorales apegándose a una ley
local y ahora lo harán con base en una ley general y con una redistribución de
funciones en las que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
también experimentará cambios en su organización de salas regionales.
-¿Fue buena idea meter al más o menos prestigiado
IFE, ahora INE, en los terrenos estatales?
-Me
parece que no hay que perder la perspectiva de que el IFE como tal tenía mucha
presencia a nivel local. De hecho la estructura es nacional, solamente que no
realizaba las tareas de organizar las elecciones pues existían organismos
electorales conocidos como locales. Se le llama “federalismo electoral”, lo
cual no es propio, puesto que el federalismo continúa sin alteración en muchos
órdenes. Incluso los organismos locales continuarán haciéndose cargo de
determinadas tareas; aunque otras las centralizará si así lo considera el INE.
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